Tal y como menciona la Autoridad Reguladora de las Comunicaciones Electrónicas, el Correo y la Distribución de Medios Impresos de Francia (ARCEP) en su informe “Achieving digital sustainability” de 15 de diciembre
de 2020, la tecnología digital puede y debe ser parte de la estrategia de bajas emisiones de carbono, sin tener que renunciar a oportunidades comerciales o de innovación impulsadas por la tecnología. Así, aunque la
tecnología digital es un facilitador vital de la transición verde y la batalla contra el calentamiento global, no debe ser en sí misma una fuente de aumento de emisiones.
Más concretamente, la industria móvil es un contribuyente relativamente pequeño, pero creciente, a las emisiones de gases de efecto invernadero. Con cada introducción de una nueva generación de redes, la
demanda de energía aumenta (también debido a la expansión y densificación de estas redes). Las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) del sector móvil ascienden al 0,5% de las emisiones globales de
GEI.
Sin embargo, las redes de conectividad de banda ancha y las redes 5G serán mucho más eficientes energéticamente que las generaciones actuales y anteriores de redes móviles. Así mismo, aumentará la capacidad
para transformar industrias enteras, creando grandes oportunidades para el ahorro de energía y facilitando la transición energética hacia una economía y sociedad descarbonizadas.
Si bien las nuevas redes de conectividad y el 5G pueden desempeñar un papel importante para que otros sectores se adhieran a la transición ecológica, la propia industria móvil está comprometida con la adopción de
medidas climáticas. En 2019, la GSMA anunció que sus miembros seguirían el Acuerdo de París y alcanzarían cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050 y concretamente, muchos operadores
europeos tienen ambiciones aún mayores y su objetivo es cambiar a energía 100% renovable en 2030.
Este componente no sólo está enmarcado en el Pacto Verde Europeo y la ruta española hacia la descarbonización y la neutralidad climática (dado el impacto que tiene en los diferentes sectores productivos y el
fomento de las energías renovables), sino que varias de las reformas e inversiones tienen un impacto directo en los objetivos climáticos y medioambientales que incluyen las tipologías de intervención que recoge la
Proposal for a Regulation of the European Parliament and of the Council establishing a Recovery and Resilience Facility (2020/0104COD de 21 de diciembre de 2020) en su Anexo IIA. En concreto, las siguientes
reformas e inversiones tienen coeficientes para el cálculo del apoyo a objetivos climáticos y ambientales superiores al 40% y, por tanto, contribuyen a que más del 37% del plan de Recuperación, Transformación y
Resiliencia se destine al eje de transición ecológica.
Del mismo modo, el Gobierno de España ha elaborado el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, alineado con la Agenda del Cambio, la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones
Unidas, y se sustenta en cuatro pilares que vertebrarán la transformación del conjunto de la economía: Transición Ecológica, Transformación Digital, Igualdad de género, Cohesión social y territorial.
Además de este Plan, se ha trabajado recientemente en la elaboración de diversos documentos estratégicos con el fin de afrontar los compromisos de transición ecológica y transformación digital. Alguno de ellos son
el Plan España Digital 2025 (cuyos ejes de conectividad digital, impulso de la tecnología 5G y Ciberseguridad se recogen en este componente); la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación (EECTI) o la
Estrategia Española de Bioeconomía, así como, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), el Marco Estratégico de Energía y Clima, la Estrategia de Transición Justa o la Estrategia Española de
Economía Circular, entre otros.
Así, por ejemplo, uno de los objetivos de la EECTI es guiar las actividades de I+D+i, incluyendo la investigación fundamental científica y técnica, el desarrollo tecnológico y la innovación hacia ocho grandes ámbitos, en
los que las reformas e inversiones del componente impactan para su tractorización, en que implican, a su vez, importantes mercados para el desarrollo de nuevos productos y servicios: 1. Salud, cambio demográfico y
bienestar; 2. Seguridad y calidad alimentaria; actividad agraria productiva y sostenible; sostenibilidad de recursos naturales, investigación marina y marítima; 3. Energía segura, sostenible y limpia; 4.Transporte
inteligente, sostenible e integrado; 5. Acción sobre cambio climático y eficiencia en la utilización de recursos y materias primas; 6. Cambios e innovaciones sociales; 7. Economía y sociedad digital; 8. Seguridad,
protección y defensa.
En relación con el PNIEC, el desafío climático tiene un carácter complejo y transversal que requiere de conocimiento y desarrollos técnicos provenientes de disciplinas de investigación muy diversas.
Áreas científico-técnicas como las referidas a la salud pública, el estudio de ecosistemas naturales, la conservación del patrimonio cultural, la bioeconomía y la economía circular, el desarrollo digital, o las redes